jueves, 9 de agosto de 2012

Radio Vilardevoz, la radio de los sin voz

"La radio de los sin voz", es una expresión tomada del texto: "Olvidados pero no derrotados", escrito por un paciente participante del Taller de escritura :Daniel Aguiar, alias "Cóndor".
Radio Vilardevoz, más que un simple programa radial, es un espacio donde se les da voz a quienes en otros lados no la tienen. Cecilia Baroni, psicóloga y una de las encargadas del proyecto,  explica de qué se trata y expresa los logros obtenidos hasta el momento.

¿Cómo empezó tu vínculo con Radio Vilardevoz?
Cuando empezamos en el Hospital estábamos en tercer año de facultad de psicología, en especial, había empezado un grupo antes que yo. Está mi esposo que también es parte del equipo de la radio. En realidad, una de las cosas más fuertes fue haber ido al hospital y haber visto las condiciones en las que estaba la gente internada y darnos cuenta de que toda esa gente tenía un montón de cosas para aportar que quedaban ahí, encerradas entre muros. Y empezamos a desarrollar un grupo bastante fuerte y a considerar qué podíamos hacer  desde la psicología para aportar a un lugar que estaba abandonado - no había casi psicólogos en ese momento - . Pensamos que lo importante era construir con el otro cosas y no que se tuvieran cosas preestablecidas para hacer. Empezaron a pelotear la idea de hacer una radio y de que comenzaran a salir las voces de ellos afuera. Han pasado ya quince años.


"Muchas veces la terapéutica sobre el loco es el electroshock, el encierro, el empastillamiento. Nosotros no estamos en contra de la medicación sino de la sobremedicación, que implica tener al paciente callado y quieto; eso no es terapeútico ni es darle oportunidad a alguien de tener un lugar mejor en el mundo, es simplemente tratar de sacar un problema de arriba. Contra todas esas cosas nosotros tratamos de pelear."

Cecilia Baroni
Imágenes extraídas de la página de Facebook de Radio Vilardevoz


¿Cómo está conformado el equipo técnico? ¿Qué objetivos se lograron y cuáles se desean lograr?
Vilardevoz es un proyecto autogestionado. Nadie cobra, ni los técnicos, que ahora somos un grupo de casi diez psicólogos, que trabajamos militantemente en el proyecto, y lo llevamos en conjunto con casi treinta personas que son fijas. Algunas van rotando, es decir que somos una banda. La idea es estar siempre en movimiento con estos objetivos: uno es desmitificar el lugar del loco en la sociedad, otro es introducir una voz que ha estado siempre fuera del sistema comunicacional.  Ellos tienen muchas cosas para decir, desde el sistema de salud, de pensión, desde la vivienda.   Para que se generen condiciones de igualdad, de participación, uno debe tener un grupo  que a la hora de ir a entrevistar a un psiquiatra o a un político no se sienta menos - y eso implica formación - para poder hablar con quien sea, no importa si es el presidente de la República o si es el director del mismo Hospital, uno tiene que poder decirle que en el Hospital la comida está fría, o que se mueren de frío, o que andan descalzos, o que salen de acá y no tienen a dónde ir y van a refugios. Mantener eso es un desafío bastante grande.  De ir con un grabadorcito, y salir en los medios, hemos logrado tener un local propio dentro del Hospital, tener una antena, tener una frecuencia que nos otorgó el Estado, para mejorar la comunicación, que las voces circulen y que la locura tenga un lugar. No se los escucha. La radio y la televisión están hechas para la clase media y la clase alta. Es una exclusión permanente. ¿Cuándo hablan los que no tienen lugar en los medios de comunicación? Bueno, entonces una de las cosas fue decir: "hagamos nuestro propio medio".

¿Cómo se considera en el imaginario colectivo o en la creencia popular al paciente psiquiátrico?
Lamentablemente, al paciente psiquiátrico se lo sigue considerando como alguien que es improductivo, alguien que debería estar toda la vida encerrado, que eso básicamente, es una concepción casi de la Edad Media. O sea, los que trabajamos en salud mental sabemos que la locura la tenemos todos, es parte del ser humano, pero que se ha construido disciplinarmente lo que llama "enfermedad" y lo que llama "paciente psiquiátrico". En general, la sociedad toda tiene un alto consumo de fármacos y de psiquiatría, pero persiste mucho tabú sobre eso y, por otro lado, hay mucha estigmatización sobre el loco pobre.  El loco rico con un trastorno bipolar, por ejemplo, se medica y cuenta con otros recursos con los que puede sostener la actividad a la que se dedique. Si vos vas al trastorno bipolar en la pobreza y en la calle, sin plata y un montón de cosas, claro, al no tener recursos, la persona no puede recuperarse y estar estable como para poder ser productiva. Y este proyecto de Vilardevoz lo que intenta es decir: hay locura y hay momentos de crisis que pasan y la persona puede  volver a ser la misma, eso no quiere decir que es inútil o que no tenga algo para aportar. En este tipo de situaciones los mitos y los tabúes son mucho más fuertes que los propios avances disciplinares.

¿Cómo está Uruguay en relación al tema de los derechos humanos y la salud mental?
Específicamente en el Vilardebó, en lo que tiene que ver con el respeto a los derechos humanos, ha mejorado en relación, te diría, a diez años, pero si vas a las colonias, por ejemplo, todavía deja mucho que desear. Primero que desde la psicología no es ético sostener prácticas donde al otro se lo trata como un objeto y no como un sujeto.  Nosotros estamos hablando de salud pública, de locura y pobreza. Obviamente, la locura no tiene ni  estrato social ni género, pero hay una diferencia cuando alguien tiene poder adquisitivo y puede hacer un tratamiento de otra forma. Lo que nos parecía interesante era generar un colectivo que también pudiera apropiarse de esa lucha responsablemente, lo que implica un ejercicio de reconocer que tenemos derechos y que los podemos hacer ejercer, y luego ejercerlos con propuestas para poder mejorar, no solamente desde la queja. En relación a algunos países, no estamos tan mal, pero en relación a otros en los que ya no hay tanto encierro o hay otras políticas, estamos muy mal.

Aparte de los programas de radio, ¿qué otras actividades hacen los demás días?
Los jueves es la Asamblea, donde se decide todo ¿no?, por ejemplo, nos queremos ir a la Minga, o viene Larbanois, bueno, ¿qué vamos a hacer el sábado? ¿Quién lo invita? Todas esas cosas. Luego hay un Taller de Escritura que se conecta con el Club de Socios y es la forma en que entra dinero en Vilardevoz para los gastos mínimos. Además de ser una producción escrita de las cosas que se hacen aquí, son producciones de ellos sobre la temática de la radio y eso alimenta un boletín del Club de Socios, o revistas, o un blog, o lo que sea que ellos van haciendo. Los viernes está el Taller de Producción Radial, donde se hace toda la agenda, se trabaja sobre los programas individuales, los colectivos, se preparan las entrevistas, los invitados, y los sábados hacemos la puesta en escena, con fonoplatea abierta. La programación se arma durante la mañana. En ninguna radio llevada por comunicadores eso sería posible porque son bastante estructurados y hay que tener una grilla de antemano, pero acá el sábado, con los que estamos y los que van viniendo se arma la programación y sale eso que llamo "Babel de programas y de voces" y que es bastante mágico, porque puede pasar cualquier cosa, puede haber humor, alegría, emoción. Ese mismo día, por la tarde, hacemos lo que se llama "salida al aire en el estudio". Son cuatro horas intensas, con microprogramas de entre cinco, diez y quince minutos, menos las entrevistas o mesas de debate que son entre treinta y cuarenta y cinco minutos. En cuatro horas puede pasar de todo: podés pasar de la risa al llanto, de la reflexión a la filosofía y a la política. Los que escuchan nunca saben lo que va a venir después de cada programa. Lo peor que puede pasar en una radio (risas).




Y es lo lindo también. ¿Cuáles son algunos momentos conmovedores que recordás del tiempo transcurrido acá?
Creo que nunca me voy a olvidar del día en que nos robaron los equipos; llegamos a la sala de radio, no había nada, estaba todo dado vuelta, y la gente de la radio dijo: "Vamos a hacer radio sin micrófonos" y armaron todo y se pusieron a hacer radio sin micrófono como si no pasara nada. No era negación, porque en realidad ellos lo hablaban, pero era lo que sabíamos hacer. Tenemos gente que ha salido de la locura y de la pobreza extrema y se ha incluido en el circuito laboral. Vidas de gente que no le importa a nadie, y acá ellos le importan a a alguien y comienzan a funcionar de otra manera y me parece que eso es lo más conmovedor. Que alguien cumpla un sueño, no sé...Manuel, el otro día, cantando con Larbanois, que desde chico se imaginaba que lo iba a poder hacer. Todas esas cosas me parece que son bastante fuertes.



  
¿Qué iniciativas tienen los pacientes?
Por ejemplo, uno es artista y eso tiene que tener lugar de alguna forma. El otro se cree marinero y viene a Vilardebó vestido así, y será marinero por un día y en Vilardevoz no se lo excluye por eso. Lo que generamos es un espacio que a veces es un oasis, porque no es la vida real. Si vas vestido de marinero a un Banco, por ejemplo, probablemente te echen, ¿no? La idea es incluir, no excluir. La sociedad ya excluye bastante. En Vilardevoz podés escuchar un programa de un minuto donde una persona lo único que quiere decir es: "Hola", y esa persona empieza a tomar la voz y de repente se convirtió en conductor de un programa, y ya dejó de ser aquella persona tímida en un rincón que no hablaba. Tuvimos una paciente una vez, seis meses sin hablar, tenía un gran mutismo..., y un día abre un paquete de yerba, y saca una tarjetita que traía. Su programa empezó siendo la lectura de lo que decía la tarjetita atrás. : "La marcela se siembra en...y las propiedades son...." Ese era el programa de ella. De ahí terminó escribiendo poesía, haciendo canciones y cantando en el festival que hicimos para recolectar cosas cuando nos robaron. Hizo un proceso para salir de su estado y generar otra persona. Lo que siempre decimos es que lo que precisa la gente nomás es ser acompañada, y entonces redireccionar el proceso para habilitarse en la vida.





¿Hay pacientes que están de manera permanente aquí, o llega un momento en que se van?
Vilardebó es un Hospital de agudos, personas que pasan situaciones de crisis y que están internadas entre tres y seis meses. Luego son dadas de alta. Dependiendo de la situación social y económica pueden ir para su casa, si tienen redes, o sino a un refugio, o una casa de medio camino. Pueden estar en Vilardevoz durante la internación y seguir cuando son dados de alta - y se les llama pacientes ambulatorios - continuar un proceso en Vilardevoz y quedarse. Vilardevoz es abierto, participa quien quiere y el tiempo que desee, y hay gente que hace diez años que participa por lo que ha hecho su proyecto de vida, un proyecto también de militancia. Ha encontrado su lugar ahí.





Rosemarie Martínez Romano



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